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redes sociales y posicionamiento

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Por Javier Carlo

 



Foto de: Alberto Uc.

 

La globalización y la convergencia de los medios en plataformas digitales ha catapultado el fenómeno que hoy conocemos como Social Media, esto es, aquellos tipos de comunicación que ocurren de manera virtual y propician nuevas formas de interacción, el cual se hace evidente –sin duda alguna– en las ahora tan afamadas redes sociales. Hace algunos años ocurrió con Messenger, Myspace y Hi5; hoy día, la vida no se concibe sin Facebook y sus 750 millones de usuarios, o Twitter y sus más de 200 millones de tweets al día [1].

Social Media –a su vez– ha puesto de manifiesto la importancia del carácter mental del proceso de comunicación, en tanto que este tipo de relaciones surge de la representación de la persona y no de su materialidad (presencia física); así, la persona se convierte en un activo intangible de toda nueva forma comunicativa, activo que –no obstante resalto– rebasa al mismo medio de comunicación no sólo por ser indispensable, sino por legitimarlo. Quizá suene obvio pero sin gente o la manifestación de ésta, las redes simplemente no existirían.

Si la gente es el factor clave en la construcción de una red, entonces el éxito de un proyecto de Social Media no depende tanto de la sofisticación de la tecnología como de la efectividad con que nos relacionemos con los millones de usuarios que navegan por el ciberespacio, aspecto que involucra –con todo– una estrategia de posicionamiento, es decir, una manera de atraer seguidores y conservarlos toda vez que evoquen una imagen significativa acerca de nosotros, ya sea con fines personales, profesionales, de negocio, comerciales, educativos, incluso ideológicos; sin embargo, ¿sabemos cómo llevarla a cabo?

No se trata de abrir una cuenta y agregar a todos los contactos que sea posible, pues se corre el riesgo de no lograr la efectividad esperada y –en consecuencia– abandonar el proyecto, independiente de su magnitud. Contar con un ancla mental es importante. Es por ello que considero adecuado sugerir una serie de pautas para orientar un proyecto de redes sociales hacia un buen posicionamiento, lo mismo en el caso del reencuentro de los compañeros de ‘prepa’ que en el fortalecimiento de una marca.

Los 7 pasos que sugiero son los siguientes.

1. Considerar que un proyecto de redes sociales exige tiempo para su planeación y desarrollo. En tanto que la finalidad es el posicionamiento, construir una buena reputación no es algo que ocurra de la noche a la mañana. En el caso de las empresas, por ejemplo, esto podría llevar al menos un año.

2. Tener claro el objetivo por el cual se emprende un proyecto de redes sociales. Esto implica qué imagen se desea proyectar y para qué, es decir, fijar el resultado que se quiere obtener del hecho de generar una red: ya sea algo de carácter personal, de negocio o educativo, por citar algunos casos.

3. Conocer el contexto en el que se va a desarrollar el proyecto, esto en cuanto a conocerse uno mismo, al producto, la marca o la información que se quiere transmitir; también en cuanto conocer al cliente y su dinámica, así como el uso de las herramientas tecnológicas con las que se pondrá en marcha.

4. Elegir las redes sociales más adecuadas para el proyecto, conocer sus protocolos y seguirlos; situación que habrá de contemplar estilos de redacción, variaciones al lenguaje y limitaciones de extensión, entre otros aspectos, que no necesariamente coincidirán con la manera con que nos comunicamos.

5. Generar expectativa, hacer contactos y compartir información que sea significativa para la red (no sólo para uno mismo). Una vez iniciado el proyecto, hacerlo crecer mediante el desarrollo de contenido valioso –a  través de textos, imágenes, videos, ligas, encuestas, entre otros– y no abandonarlo.

6. Tal como ocurre en la vida real, fortalecer las relaciones hasta ganar la confianza y el respeto de los seguidores. Una vez que lo hemos logrado, implementar tácticas de acción que sean congruentes con el objetivo inicial, ya sea personal, profesional o comercial, por recordar algunos; entonces, hacer la petición a la red.

7. Mantener una buena imagen y aumentar la visibilidad para reforzar las tácticas de acción; en este sentido, conviene hacer uso de la teoría del doble paso (Lazarsfeld & Katz), que sugiere convertir primero a los líderes de opinión para que estos –a su vez– nos ayuden a difundir el mensaje, sobre todo si se trata de una red cuantiosa.

Llegado este punto, cabe volver a hacer énfasis en que la clave de una red exitosa no es sólo hacer contactos, sino generar relaciones y experiencias; sobre todo para un mundo que está aprendiendo a confiar en esa intangibilidad que hoy por hoy nos caracteriza, lo mismo a las personas que a los grandes movimientos sociales. Pues la presencia física ha dejado de ser ’tan importante’ para relacionarnos.

[1] Información extraída de los mismos sitios. Julio de 2011.

 


Javier Carlo

Maestro en Comunicación por parte de la Universidad Internacional de Andalucía (UIA), España, y Licenciado en Ciencias de la Comunicación egresado del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), México. Actualmente, cursa la Maestría en Administración de Tecnologías de Información, en la Universidad Virtual del ITESM.

Su experiencia profesional abarca el desarrollo de programas educativos a nivel superior y la impartición de cátedra; así como el marketing para medios y el desarrollo de proyectos audiovisuales.

En la actualidad, es profesor del Sistema Tecnológico de Monterrey, de la Universidad Anáhuac (México Norte) y la Universidad Motolinía del Pedregal.

 

Contacto:
jcarlomena@gmail.com
Facebook: Javier Carlo
Twitter: javocarlo

 


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